Dentro del enraizante habita una red microscópica de vida:
Endosporas resistentes, microorganismos benéficos y nutrientes solubles en agua que trabajan en silencio, pero con propósito.
Estos diminutos aliados no solo nutren la raíz, la acompañan. Mejoran la biodiversidad microbiana del sustrato, creando un entorno más sano y dinámico.
Es como llenar el suelo de buenos vecinos: discretos, activos, siempre atentos al bienestar de la planta.
No se ven, pero están ahí, construyendo equilibrio, fortaleciendo desde adentro y dándole a cada raíz un terreno fértil para crecer con confianza.